lunes, 6 de julio de 2015

Buenas... Hoy día se confirmó el fallecimiento de Valentina Moureira, la adolescente chilena de 14 años que hace unos meses le pidió autorización a la presidenta Bachelet para aplicarle una inyección letal y así matarla al no poder tolerar más el dolor que le causaba su enfermedad. Posteriormente se le fue negada y vivió con ese mal que fue deteriorando su salud lentamente. Es evidente que ante esto hay muchos que se pondrían a sustentar la validez de la eutanasia, incluso yo que la apoyo podría usar su historia para hacer un discurso de la importancia de tener plena libertad de elección sobre todas las facultades de uno mismo. Sin embargo, creo que es una enorme oportunidad para reflexionar sobre la eutanasia y la gran responsabilidad que conlleva.
Primero que nada estamos hablando de una adolescente de 14 años que (no es por subestimar su madurez o el dolor de su enfermedad) tal vez habrá tomado las cosas a un extremo, sin embargo, era su vida y tenía el derecho de hacer con ella lo que quiera, sobretodo si es que era una enfermedad de esa índole. La eutanasia es un arma de doble filo en nuestra sociedad y creo que hasta que la gente no entienda de lo delicada que es, se le deberá permitir por partes. Por ahora yo sustento que se debería permitir la eutanasia si es que se comprueba que la persona sufre de alguna enfermedad incurable cuyo dolor se hace cada vez más insoportable. En esos casos, prohibir la inyección es casi una tortura moderna.
Algo que siempre me molestó es que la iglesia se ponga en contra de la misma por sustentar que no se debe retrasar la obra de Dios... Pues si ese es el caso no creo que Dios quiera que una persona sufra tal martirio si es que esa persona no lo desea, o que esa persona "tiene que tener fe de que se va a curar". Señores, la fe puede mover mareas, ya sea de personas o de agua, pero no va a curar enfermedades incurables. Si es que han habido casos se pueden contar con los dedos de una mano sobre los miles y miles de casos de personas que murieron. No digo que tener fe en curarse sea malo, no se malentienda, sustento que si una persona no quiere seguir "luchando" pues debe tener total libertad para pedir que se le sea aplicada la inyección.
Justamente hace unos días un septuagenario en Colombia, el señor Ovidio González, recibió la inyección letal y se registró como la primera eutanasia oficial en Latinoamérica. Esto marcará un antes y un después, pues creo que un subcontinente como el nuestro, que ha mostrado que poco a poco se suma a ideas de inclusión y libertad de elección general, dará un gran paso si se permite la eutanasia bajo ciertas circunstancias. Lo digo así porque creo que, una vez que se vea que la gente sea lo suficientemente madura para manejar esta responsabilidad, recien se podrá dar el siguiente paso.
Una crítica ligeramente más racional fue que se decía que si se legalizaba cualquier persona subyugada a sus sentimientos podría pedir la inyección por un desamor o una crisis personal. En verdad yo creo de que si una persoma en verdad se quiere matar lo hubiera hecho, ese miedo a no hacerlo o esos "obstáculos" no son nada más que nosotros diciéndonos que aún no es la hora. Además, hay formas de determinar si se puede proceder a una eutanasia, no es como ir a pedir una vacuna para la fiebre amarilla.
La eutanasia no es una forma de asesinato como lo quiere ver la iglesia, es una forma de ayudar que una persona deje de sufrir y pueda finalmente descansar en paz. Muchas gracias y buenas noches.
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