lunes, 21 de abril de 2014

Buenas... Después de hace mucho tiempo he vuelto, y que mejor manera que escribiendo sobre éste gran personaje de la literatura, que lamentablemente nos dejó. El pasado jueves en la mañana Gabriel García Marquez fue encontrado muerto en su domicilio en el sur de Ciudad de México, y desde ahí una serie de homenajes han sido hechos en su nombre, y no me quiero quedar atrás.
Un genio de la prosa latinoamericana, y digo lo último porque es importante resaltar el aspecto social que esa palabra conlleva, especialmente en los años donde vivió el Gabo. Una latinoamérica hambrienta, en búsqueda del orden en medio del caos necesario. Entre revoluciones y enfrentamientos, la superación era nuestro sueño americano y el Gabo pudo reflejarlo en obras como El General No Tiene Quien le Escriba.
Representó como ningún otro el romanticismo latino; el pícaro y misterioso, el que, para poder ser reflejado en palabras, necesita de un toque mágico en el ambiente, el mismo que se pudo notar en obras como El Amor en los Tiempos del Cólera y Cien Años de Soledad, sus obras principales. Ese toque único que le dio a sus descripciones, a los personajes, dramáticos y particulares, pero reales y tangibles.
Un latino de sangre, pero un embajador cataquero. Sus obras poseían ese misticismo tradicional, ese sabor colombiano, uno podía estar leyendo Crónica de una Muerte Anunciada sentado en un bus por una ciudad gris y de la nada podía sentirse echado en una hamaca protegido por un techo de paja de un sol intenso, rodeado de un campo de maíz, temiendo por la vida de Santiago Nasar.
Más allá de su talento como escritor, fue una persona excelente, un hombre culto y respetado en todo el mundo. Mucha gente lo cuestionó por su amistad con Fidel Castro, pero eso es tema aparte, solo queda agradecerle al Gabo por todo. Un jueves nos dejó un grande, el padre de la novela mágica, que sin heredero, nos dejará con más de cien años de soledad.

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